¡LA MONTERÍA!

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Hoy en HUNTY queremos dedicar este bonito artículo a nuestra modalidad reina de la caza en España, estamos hablando de la clásica montería española, única en el mundo que levanta pasiones a todo cazador a nivel nacional e internacional.

En primer lugar conocer el origen de esta preciosa modalidad, sin duda se trata de una modalidad tan antigua que se pierde con los siglos quizás milenios si miramos en los libros más antiguos de historia de España. Está claro que como toda actividad ha ido cambiando y se ha ido modernizando, pero aun así mantiene casi toda la expresión y complejidad de esa caza original.

Actualmente es la modalidad reina de la caza mayor en España que, con más de 8 siglos de antigüedad, es una forma única e inigualable de cazar reses montunas, y encuentra su seña de identidad en la participación indispensable de las rehalas como elemento diferenciador del resto de cazas practicadas en el mundo. Podemos decir que la rehala es la protagonista indiscutible de la montería y el símbolo identificador de la misma, la que le da carácter y autenticidad. Sin rehalas no hay montería.

Con la llegada del otoño, se abre la veda de caza general y se celebran las primeras monterías. Las caracolas de los rehaleros resuenan en el monte y las primeras lluvias mojan un campo que tras un largo verano se prepara para acoger a los cazadores.

Orígenes…

La evolución de las armas utilizadas en cada época, principalmente para la guerra, ha marcado las modalidades de caza a lo largo de la historia y es por ello por lo que probablemente la mayoría de los textos están inspirados en pequeños Probablemente inspirados en fragmentos de algún libro de las bibliotecas de literatura de caza. Hay que tener en cuenta que en aquellos momentos las armas existentes eran lanzas y después arcos y ballestas. Las primeras utilizadas por la fiereza de ciertas especies como el jabalí o el oso indispensable como la utilización de caballos y perros de rastro. Los arcos y ballestas eran más utilizados por agraciados del rey, nobles, clérigos y funcionarios que disfrutaban de la caza apacible y serena de los cérvidos.

Sin duda allá por la Edad Media y hasta la aparición de las armas de fuego en el siglo XVII, las monterías eran muy distintas de las actuales.

Los perros siempre presentes…

Los cazadores ayudados de sus sabuesos atraillados se internaban en el monte con el fin de encontrar los rastros que osos y jabalíes habían dejado tras sus paseos nocturnos. Una vez que los perros daban con un rastro lo seguían, a veces durante largas distancias, hasta encontrar el lugar del encame. Llegados a este punto los monteros se retiraban para reunirse con sus compañeros y decidir qué encame de los encontrados abordar. Una vez elegido, los cazadores se apostaban en pasos estratégicos creando un cerco alrededor del encame. Lebreles y alanos rompían en el encame y perseguían al animal hasta darle alcance y reteniéndolo esperando la llegada de los cazadores a caballo que lo lanceaban o de los propios cazadores apostados. En esta caza el caballo cobraba una gran importancia como medio para perseguir a las fieras. Se trataba de una caza auténtica en tanto en cuanto los cazadores debían tener un excelente conocimiento del monte, del comportamiento de los animales a cazar y disponer de unos canes bien entrenados. Se trataba de una caza puramente selectiva, deportiva y solo apta para valientes. Enfrentarse cuerpo a cuerpo a un oso o un jabalí blandiendo solo una lanza demostraba la gallardía de aquellos hombres.

Como queda demostrado los canes eran los actores principales en estas cacerías, además se utilizaban otras razas de perro como el alano o el mastín, entrenados para el agarre los cuales proporcionaban a los monteros tiempo suficiente para el acercamiento y remate.

La montería actual…

Como definición, la montería consiste en cerrar una determinada extensión de terreno, generalmente de sierra o dehesa. Cuenta con un número acorde de cazadores (monteros) apostados en lugares de paso y huidas naturales de las reses.

Suele desarrollarse con la reunión de todo el personal en torno a un contundente desayuno en la finca donde se va a llevar a cabo la cacería. Tras las viandas y unas cuantas anécdotas entre cazadores, el organizador de la montería procede al sorteo de los puestos. Los cazadores se disponen en distintos puntos formando líneas llamadas armadas a las que bordean la mancha a batir en su perímetro y traviesas si los cazadores disponen la línea dentro de ese perímetro.

Los postores son los encargados de llevar a los puestos a los cazadores, encargándose un postor por armada o traviesa comúnmente. Una vez que todos los tiradores están situados, es el turno de las rehalas. Los perros son soltados y escudriñan el monte levantando a las piezas de caza de sus encames y dirigiéndolas hacia las líneas de cazadores armados. Esta simple pero organizada forma de caza es la montería y cuenta con muchos adeptos.

La finalidad es batir la mancha y levantar las reses de sus encames. El objetivo es arrimarlas a las posturas, donde los monteros intentarán darles caza en su huida, cosa que no siempre ocurre, por fortuna para todos.

La influencia e importancia de la montería y la caza a nivel nacional…

Prohibir la caza sería realmente perjudicial para el medio ambiente. Y es que la actividad cinegética contribuye a su conservación porque, gracias a ella, son muy extensos los territorios que se han conservado intactos, evitando que se hayan realizado otras actividades más agresivas para el medio ambiente.

Además se ha demostrado que la caza es una actividad de gran importancia en los que respecta a la gestión sanitaria directa de las poblaciones cinegéticas, tanto de manera directa como indirecta, debido a su potencial de difusión sobre la cabaña ganadera y otras especies no cinegéticas. Por ejemplo, la leucemia felina, transmitida por los gatos asilvestrados, constituye una terrible amenaza para el lince ibérico, una especie en peligro de extinción. Fuera de España se han conseguido enormes éxitos en este sentido con el leopardo de las nieves y parece que actualmente también podría ayudar a salvar al amenazado rinoceronte.

Para finalizar hay que destacar la importancia que la caza tiene a nivel social, cultural y económico en las zonas rurales donde se practica. Supone una fuente de ingresos insustituible e indispensable para miles de familias. Además la caza es la mejor manera de conservar nuestros ecosistemas y a las especies protegidas o en peligro de extinción. No en vano es bueno recordar, que la actividad cinegética mueve al año en nuestro país más 7000 millones de euros. Genera durante la temporada más del 0,4% del PIB y crea casi 200.000 puestos de trabajo.

¡En HUNTY estamos comprometidos con el futuro de la caza y de las nuevas generaciones!¡Viva la caza!

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