Hoy en día queremos saberlo todo acerca de nuestros cotos o zonas de caza. Siempre se nos escapará algún detalle, ya que sin duda la naturaleza es muy sabia y nunca dejaremos de aprender.
Es cierto que censar todos los animales de nuestro coto supondría una gran dificultad por la cantidad, la complejidad y por lo esquiva que suele ser la fauna en nuestro país. De acuerdo estamos todos en que un censo real con una metodología y estudio a fondo es cosa de ingenieros forestales o de montes, pero nosotros mismos podemos llevar a cabo un pequeño conteo o control faunístico.
Con la realización de controles periódicos, aprenderemos a conocer mejor a las especies que habitan en nuestro coto y además desarrollaremos mejores actitudes como cazadores, los más interesados en la fauna. Cuantas más horas pasemos en el campo mejor, pero sin duda son muchas las horas que no podemos acudir a nuestras zonas de caza o nuestros cotos.
Por todo esto, llevar a cabo alguna pequeña zona de aporte de alimento extra puede ser clave para un pequeño estudio poblacional.
En la actualidad la tecnología está a la orden del día en todos los ámbitos y no es menos nuestro diverso sector. Para ello queremos hablar de las cámaras de foto trampeo, una de las herramientas que últimamente son muy frecuentadas en la gestión cinegética tanto de caza mayor como de caza menor. No siempre es fácil un uso correcto y por eso destacamos que, para sacarles el máximo rendimiento posible, es mejor aprovechar elementos naturalizados como comederos o puntos de agua.
La falta de alimento en el bosque en muchas ocasiones o largos días muy desfavorables en el invierno, hacen de estos puntos de alimento un sustento vital para nuestra fauna. Es ahí donde con las siguientes pautas deberemos de colocar diferentes alimentos dependiendo de la especie que queremos fotografiar en nuestras cámaras. (Destacamos que resultará clave la correcta colocación de cada elemento.)
Aquí van nuestros consejos, en este caso para fauna de caza mayor…
Para el desarrollo de este caso, simplemente necesitaremos:
- Unos kilos de maíz.
- Algunas almendras y nueces.
- Una piedra de sal.
- Cuerdas
- Una cámara de foto trampeo.
En primer lugar, debemos de valorar la ubicación, el emplazamiento es el primer objetivo por determinar según nuestros conocimientos de la zona. Tendremos que buscar zonas dentro del monte pero a su vez algo despejadas, próximas a encames conocidos o lugares y sendas de paso frecuentadas en sus andanzas a cultivos o zonas de alimento.
El segundo lugar, el comedero, un tema muy personal. Cada uno tiene sus trucos y nosotros os vamos a dar el nuestro. La cuestión es que los animales tengan comida constantemente para que así memoricen en su cerebro esa ubicación para un uso habitual y nunca faltarán a su cita. Destacamos que por ejemplo el maíz (alimento predilecto del jabalí), si no podemos llevar un control diario del comedero lo mejor será colocarlo en un bidón de plástico con agujeros donde salga el maíz poco a poco pero constantemente para que así dure mucho más tiempo. Los frutos secos, son un manjar para ellos, y suelen colocarse en los días previos a una posible espera ya que estos delatarán en todo momento la posición del animal al masticar para abrir los tan apreciados frutos secos.
En tercer lugar, valoración de la luz. Las noches son muy oscuras en la mayoría de los días, es por ello por lo que buscaremos lugares algo despejados en donde colocar el cebadero pero que tengan cierta cubierta forestal, ya que un exceso de claridad en el comedero puede conllevar una gran desconfianza por parte de la fauna haciendo que no acudan nunca a él. Asimismo, la ubicación de la cámara es vital para las fotografías nocturnas y diurnas. Se debe de valorar muy bien la ubicación de la cámara, a una distancia correcta de fotografía de disparo dependiendo de la calidad y potencia de nuestra cámara, también debemos de tener en cuenta que durante el día “le dé la espalda al sol” y que por la noche obtenga la máxima claridad posible en imagen.
Por último, la piedra de sal será principalmente para los cérvidos. Es por ello por lo que la colocaremos a más o menos un metro de altura y en la cruceta de un árbol bien sujeta con cuerdas. Esto va a suponer que en la mayoría de los casos se evite echarlas a perder debido a que ciertos mustélidos o zorros con frecuencia orinan sobre ellas marcando territorio. Un truco que os desvelamos es humedecer completamente en anís las piedras de sal. El olor a anís parece que les encanta y hará que al pasar por la zona surja la curiosidad de acercarse hasta por fin descubrir el comedero y guardarlo en su memoria.
Esperar por lo menos durante una semana hasta volver a la zona eliminando el olor corporal, hará que sea un éxito asegurado ya que así tu comedero no fallará y ganará por mucho tiempo la confianza de la fauna de tu coto.
Dicho todo esto y para finalizar, falta lo más importante, la constancia y paciencia. Como dice el refrán, “Quien tiene paciencia, obtendrá lo que desea.”
¡Buena suerte!