Con ese nombre solo podemos referirnos en HUNTY a una especie única a la par que auténtica en nuestro país: el rebeco de alta montaña.
El rebeco (Rupicapra pyrenaica) es un ungulado silvestre artiodáctilo de la familia de los bóvidos, grupo en el cual en nuestro país, España, incluye sólo otras tres especies: el muflón, la cabra montés y el arrui.
Se trata de un animal de apenas unos 120 centímetros de largo, 70 centímetros de altura hasta la cruz y unos 35 kilogramos de peso aproximadamente. Su constitución y tamaño son parecidos al de una cabra doméstica. Tanto el macho como la hembra tienen cuernos verticales, de forma general más largos que las orejas y curvados en el extremo hacia atrás en forma de gancho. Los del macho son más robustos además de generalmente más anchos, altos y notablemente más ganchudos.
En verano, el pelaje es pardo-rojizo, con una línea negra que recorre el dorso completo. La cola, vientre y patas son oscuras. En invierno, el pelaje es pardo, negruzco o grisáceo, excepto la cabeza, el vientre y unas pequeñas manchas bajo la cola sobre los cuartos traseros que son de color blanco amarillento. Las bandas negras de la cabeza se mantienen durante todo el año. El pelo del dorso del macho es particularmente largo.
El rebeco de la cordillera Cantábrica Rupricapra pyrenaica parva, es la subespecie que presenta la menor talla entre todos los rebecos del mundo. Ha estado presente en toda la cornisa cantábrica durante miles de años, ya que aparece representado en el cuaternario, en diferentes cuevas.
Habita en media-alta montaña y junto a extensiones de bosque. En verano asciende hacia los ricos prados alpinos, laderas de umbría, muchas veces desplazándose hacia cotas elevadas por la presión humana o por el ganado durante la época estival. En invierno por suerte, esta presión es mucho menor o inexistente pero debido a la nieve desciende hasta las zonas soleadas en los límites con el bosque para alimentarse.
La gran diversidad de ambientes que encuentran en el territorio y su buen grado de conservación propician la existencia de una rica y variada dieta. Su actividad es principalmente diurna, incluso en verano cuando las temperaturas son más altas. Los machos permanecen solos o formando grupos y de forma similar, las hembras establecen pequeñas comunidades junto a las crías y a los jóvenes del año anterior. Esta separación de sexos sólo se rompe en época de celo (octubre y noviembre). Tras el apareamiento, la gestación se prolonga seis meses, momento en el que nace la cría. Este nuevo rebeco alcanzara su madurez sexual a los 15 meses aproximadamente.
Adaptaciones clave para sobrevivir en la alta montaña…
En lo referente a su hábitat, los rebecos son animales de alta montaña, de lugares muy agrestes y accidentados donde la roca caliza es el actor principal. Aquí, entre las rocas más altas de las montañas, obtendrán su alimento de los pastizales alpinos, y siempre estarán más refugiados y seguros de sus posibles predadores. Pero para poder vivir en este medio tan complicado, la naturaleza ha dotado al rebeco de ciertas adaptaciones morfológicas que le permiten un constante desafío a la gravedad.
La clave está en sus pezuñas, las cuales por un lado poseen un borde exterior agudo y cortante que les permite encontrar un apoyo seguro sobre la superficie. Por otro lado, la planta de su pezuña posee una almohadilla, mullida y elástica, capaz de pegarse con fuerza al suelo, lo que les impide resbalar y caer de las alturas. Además, también poseen una membrana interdigital, la cual despliegan para andar sobre la nieve, consiguiendo así aumentar la superficie de contacto y no hundirse sobre ella.
Tampoco hay que olvidar que el porcentaje de oxígeno en el aire se reduce a medida que aumenta la altitud… bueno esto no es del todo cierto y es motivo de confusión para mucha gente.
Lo que realmente sucede es que, en altura no disminuye la concentración de oxígeno en el aire, pues este se mantiene de manera estable hasta los 9000 metros aproximadamente. Lo que disminuye es la presión atmosférica y, en consecuencia, la presión de todos los gases como el nitrógeno o el oxígeno. Esta desventaja es contrarrestada por el rebeco con una sangre con un alto contenido en glóbulos rojos, lo que le permite transportar mucha más cantidad de oxígeno a sus células, junto con un corazón muy grande, el cual es capaz de bombear gran cantidad de sangre a todas las partes de su cuerpo.
Gracias a estas adaptaciones biológicas, sus dotes como escalador son extraordinarias, se encaraman como si nada en sitios realmente escarpados y abruptos. Es un verdadero acróbata de los riscos calcáreos, con movimientos ágiles y veloces sobre ellos, lo que le permite subir y bajar laderas con fuertes pendientes sin aparente esfuerzo.
Normalmente son desconfiados, huidizos y muy bien dotados sensorialmente hablando, poseen un gran olfato, una buena vista y un extraordinario oído, lo que les permite detectar nuestra presencia rápidamente y huir.
Sin duda se trata de uno de los animales más increíbles de nuestro territorio, su rececho supone la modalidad reina en la caza de alta montaña, debido a su dificultad y a los paisajes únicos y de gran belleza.
Su caza requiere de un cazador con una perfecta condición física, buen conocimiento de las zonas donde se desarrollará cada jornada y sobre todo un perfecto conocimiento del medio ya que durante la caza de alta montaña la meteorología nos puede sorprender.
¡La caza del rebeco es increíble! ¡Cada día tras él es único!