Con las nevadas provocadas por la borrasca Filomena, llegó el desastre… pero…
Se llevaba fraguando tiempo la borrasca, lo visible estos días en las televisiones de nuestro país, han sido los graves daños provocados en el arbolado de las principales capitales. En realidad, esta nieve ha provocado una especie de selección natural que los expertos llevaban avisando desde hace mucho tiempo, pues gran número de capitales, como por ejemplo Madrid tenía alrededor de 1,5 millones de árboles en los parques de la urbe, de los cuales en torno a 500.000 ejemplares se encontraban en estado crítico de vejez, enfermedad o pertenecientes a especies muy mal adaptadas a la ciudad, en muchos casos por el clima, arraigo pobre en suelos deficientes o podas inadecuadas entre otros. Precisamente y no tan sorprendente estos números encajan con los ejemplares dañados durante la tormenta.
¿Qué tiene que ver la vegetación con la caza?
La teoría de la evolución por selección natural significa que las características heredadas de una población cambian con el paso del tiempo. Las características heredadas son características que se heredan de una generación a otra continuamente. Por ejemplo, el color de los ojos es una característica heredada de familia. Las características heredadas son distintas de las características adquiridas, o características que los organismos desarrollan durante sus vidas, como por ejemplo músculos fuertes en los humanos por ejercitarlos a diario en un gimnasio.
La selección natural explica cómo los organismos en una población desarrollan las mejores características que les permiten sobrevivir y reproducirse. La selección natural significa que es más probable que las características que ofrecen ventajas se pasen a la descendencia ya que las ventajas te llevan en casos extremos a la mayor probabilidad de supervivencia. Por tanto, la evolución ocurre por y gracias a la selección natural.
En el caso de la caza, en muchas zonas el aporte de alimento por ejemplo es una alternativa que evita esta selección natural. En zonas de alta montaña donde la realidad es mucho más visible y difícil tiene lugar la auténtica selección natural.
La complicación que supone para los animales que viven en libertad la búsqueda de alimento debido a los intensos temporales de frío, nieve y hielo, conllevan periodos extremos en los que solo los mejores adaptados sobreviven.
Tanto el frío extremo como la escasa disponibilidad de alimento, poco refugio, espesores de nieve considerables o la presencia de depredadores oportunistas, la fauna más salvaje se encuentra de lleno ante un proceso se selección natural en el que solo los mejor adaptados y los más fuertes en el momento conseguirán superar dicho periodo.
En estos entornos salvajes y más alejados de nuestra mano donde apenas interferimos se produce la mejor selección natural posible. Es ahí donde los animales más entrados en edad, los insuficientemente preparados, bajos de forma física o enfermos sucumbirán ante la naturaleza dando lugar a una selección genética más que perfecta.
En definitiva, pese a la lástima que en muchas ocasiones nos dan ciertas situaciones, las especies sometidas cada cierto periodo a estos procesos naturales de selección, saldrán favorablemente reforzadas y con visibles mejoras físicas y sanitarias en ejemplares de años futuros.
A pesar de las inclemencias los ejemplares mejor adaptados o las especies acostumbradas a este tipo de situaciones sobreviven con técnicas o características heredadas de ejemplares que vivieron las mismas situaciones.
Describiremos el caso de una de las especies emblemáticas de nuestra montaña y sus adaptaciones, la perdiz pardilla (Perdix perdix).
Fuera de la época de reproducción (invierno) es una especie muy gregaria, es decir, forma bandos integrados por una o varias familias. Debido a su plumaje pardo, oscuro o técnicamente hablado críptico con el entorno (plumaje que por colorido y dibujos se confunde con el medio que le rodea), está especie se siente vulnerable ante las nevadas pese a estar acostumbradas a ellas por lo que los ejemplares más sabios y mejor adaptados, se desplazan en altitud a zonas donde por orografía del terreno, la nieve no es tan incidente dejando pequeñas zonas de fondo de valle, regueros de agua o pequeños claros libres de nieve en los que pueda alimentarse el bando.
Así mismo, debido a la falta de alimentos más nutritivos y proteicos como son los insectos o la falta de las sales necesarias para la correcta digestión, suelen dejarse ver junto a carreteras de montaña picoteando la sal repartida por las quitanieves además de actuando las mismas como corredores naturales para desplazarse en altitud a cotas con menores espesores de nieve.
Todas estás adaptaciones está claro que son conocimientos o características adquiridas de generación en generación y por las cuales los ejemplares menos adaptados o fuertes en esos momentos, enfermos, con alguna lesión o aquellos de avanzada edad o jóvenes inmaduros que se “despisten” o no sean capaces de seguir los pasos del resto y que no se desplacen junto al bando no lograran sobrevivir.
Por tanto… ¿Qué opináis?
La selección natural y las inclemencias meteorológicas como la pasada Filomena son…
¿Desastre o éxito?
Alejandro López