El gamo, una de nuestras especies más curiosas y emblemáticas de nuestro territorio, tiene sus orígenes en Europa y Asia, pero nativo de la región mediterránea. Pese a su distribución, al igual que muchas otras especies, las extremas glaciaciones los llevaron al borde de la extinción, sobreviviendo solo en algunos núcleos aislados de población en puntos de Asia menor y la cuenca mediterránea oriental donde el clima resultó ser más favorable.
Su aspecto imponente a la vez que elegante, convirtió a la especie en un reclamo para la actividad cinegética de las clases altas, así como de la realeza. Debido a este interés cinegético y pese a su mal estado de conservación en aquellos tiempos, el sector de la caza, muy diferente en aquellos tiempos, se puso manos a la obra y contribuyo a su constante conservación, recuperación de poblaciones y a su introducción en muchos lugares donde antes no estaba presente o se había extinguido. Libros de historia relatan que la mayor distribución de estos, la dama o el rey del bosque, tuvieron lugar durante el Imperio Romano y la edad media, periodos en los que se introdujo en islas británicas (caza y conservación por medio de la realeza), Europa central e incluso en Escandinavia y Finlandia.
Recientemente, en nuestro país, donde se creía que la especie no había tenido apenas interés, a finales del siglo XIX se encontraron poblaciones en libertad en Sierra Morena, Montes de Toledo y en la increíble cuenca del Tajo. Posteriormente y según estudios fue reintroducido en Doñana donde ya había existido con anterioridad en el siglo XV.
Así mismo en el norte, existían poblaciones que se extinguieron en el siglo XIX y fueron recuperadas en los años cincuenta del siglo pasado, así como en el Pirineo donde a lo largo de las últimas décadas ha proliferado en abundancia y donde a día de hoy se encuentra una de las mejores poblaciones en estado salvaje del mundo.
No tenemos que irnos muy lejos para encontrar un autentico paraíso de naturaleza y como no hablamos de Asturias, una comunidad que lo tiene todo.
La sierra del Sueve es un verdadero edén, reino de los imponentes caballos asturcones por excelencia, pero, para los gamos asturianos, no cabe duda de que estos parajes son como un verdadero hogar, las tierras de Piloña, Parres, Colunga y Caravia.
Las primeras repoblaciones de gamos se realizaron en Asturias en el año 1955 fundamentalmente en la sierra del Sueve, con fines cinegéticos. Primero se soltaron una docena de ejemplares adultos, machos y hembras, por tierras de Piloña, Caravia, Parres, Colunga y Ribadesella. Posteriormente, en 1960 se liberaron medio centenar de gamos más en estos mismos montes, así como otro medio centenar en los cotos de caza de Nava, Amieva y Sobrescobio.
Curiosamente el hábitat natural de esta especie son bosques húmedos abiertos de todo tipo con claros que ofrezcan praderas donde poder alimentarse tranquilamente. En el caso tanto de Pirineos como de Asturias, no se han acostumbrado a habitar los profundos bosques, sino que curiosamente se ha convertido en una especie cinegética de alta montaña lo que resulta poco habitual en el resto de su distribución, pero por ejemplo en el Sueve viven por igual en altos picos, por encima de los mil quinientos metros de altitud, que, junto a los pequeños bosques, de acebo, hayas, robles y espineras.
Toda esta increíble adaptación junto a una correcta gestión de sus poblaciones en los últimos años, están comenzando a dar sus frutos de la buena salud y estabilidad que presentan y con alguna bonita sorpresa cinegéticamente hablando. Nada más y nada menos, este año se ha cazado en abierto sin duda uno de los mejores gamos, se habla que quizás el récord en el Principado de Asturias. Un precioso ejemplar oro que tras su medición homologada resultó dar los increíbles 188,05 puntos.

Se trata de una caza que tanto en el Pirineo como en Asturias nos ha sorprendido favorablemente hasta a nosotros mismos. Una caza realmente difícil, pura, de alta montaña, unas vistas inigualables a ras de cielo, unido a los parajes donde se desarrolla la acción, hace que sea un verdadero reto para todo cazador que se aventure con esta especie, dejando sin duda en segundo plano el tamaño del trofeo.
El gamo completamente adaptado a la montaña en nuestro país ha demostrado ser uno de los animales más esquivos por naturaleza y recientemente descubierto, está levantando grandes pasiones en todas las localizaciones de nuestro territorio.
El gamo en estas zonas de montaña es prudente, atento, esquivo y sobre todo muy desconfiado. Los conocimientos que nos han retransmitido los cazadores asturianos y pirenaicos demuestran que se trata de un animal sedentario, que habitualmente sigue la misma ruta para ir al encame, a los pastos y viceversa pero siempre de una forma muy precavida. Según el medio, este cérvido puede ser más visible durante el día, ya que gusta de pastar al descubierto, por prados y valles donde tenga la máxima visibilidad y generalmente en zonas altas. Para la caza a rececho, no se trata de un animal de gran resistencia al impacto de las armas de fuego, por lo que todos los calibres medianos, corrientes, son válidos para su caza.
La mejor época para realizar un rececho de esta especie es desde finales de septiembre hasta finales de octubre dependiendo de la climatología del año durante el celo, denominado como ronca, coincidiendo con el paisaje otoñal del bosque caduco y sus increíbles combinaciones de colores, sin duda todo un verdadero espectáculo que nos brinda la naturaleza y muy digno de ver.
Pese a la mayor calidad de trofeos en el Pirineo, es en esta época, es cuando los grandes machos asturianos entran en celo, siendo un tiempo perfecto para su localización y la caza de los mejores ejemplares para los que sin duda no resulta necesario un desembolso de dinero exagerado.
Y tú…
¿Ya has disfrutado del gamo en alta montaña en nuestro país? ¡Cuéntanos tu experiencia, alguna curiosidad o anécdota!
Alejandro López